sábado, 17 de diciembre de 2011

EL REBOZO EN LA COSTA CHICA

El Rebozo en un Bautizo (Óleo de Jesús Helguera).

JAIME LÓPEZ JIMÉNEZ

El rebozo es un atuendo de vestir femenino, que consiste en un lienzo rectangular para cubrir el dorso y la cabeza. Se elabora con algodón, lana, seda o articela. El cuerpo del rebozo se hace en un telar, muchas veces es un telar de cintura, o hecho a mano totalmente; hoy en día ya se usan telares mecánicos pero los flecos son hechos a mano y cada rebozo es una pieza única.

Antes de la llegada de los españoles, nuestras indígenas ya utilizaban unas bandas largas, hechas en telar de cintura para cubrirse del sol, protegerse del frío, para cargar a sus niños o alivianar la carga. Las indígenas acostumbraban a hilar con malacate las fibras que empleaban para tejer. Del mismo modo, trabajaban la seda y la lana sin abandonar el ixtle ni el algodón blanco o el de color “cuyuche”, de origen prehispánico.

El rebozo es un producto derivado del mestizaje y nació de la necesidad que tenían las mujeres mestizas de cubrirse para entrar a los templos; aunque la palabra rebozo no aparece en la lengua hispana sino hasta después de 40 años de la conquista. El uso del rebozo se hizo pronto muy popular. Lo hicieron suyo primero las mestizas y, poco antes de terminar el siglo XVI, indígenas y afromestizas. Ha servido de cuna, ha servido para el romance, también como mortaja.

En la Costa Chica de los Estados de Guerrero y Oaxaca, México, estuvo muy arraigado el uso del rebozo y últimamente en personas de clase humilde y/o la tercera edad, mismas que se surtían de esas bellas prendas en las fiestas de Semana Santa, cuando llegaban a Ometepec, vendedores de rebozos de la ciudad de Chilapa de Álvarez, los había de diferentes clases y precios, los más solicitados eran los de “bolita” pues para todos había clientela. Posteriormente este atuendo se fue desplazando por los chales o chalinas.

Sin embargo, la clase pudiente usa todavía el rebozo para las bodas y grandes fiestas, bailes; es mejor que una estola, además es una prenda que de acuerdo al tamaño y de acuerdo a la ocasión siempre habrá una adecuada al momento; pues hay desde muy pequeños que se pueden utilizar como bufanda.

El rebozo no distingue edades, ni clases sociales, ni épocas del año, ”fresco en el verano, y cálido en el invierno”. Es una prenda que, se puede usar lo mismo con un traje sastre, que con un vestido de noche, o un pantalón de mezclilla; en la cintura, en el dorso, en la cabeza, en el cuello, hay mil formas de utilizarlo.

Cabe agregar, que el uso del rebozo no fue privativo de la Costa Chica, ya que en todo el estado se le dio mucho uso, como sucedió con los sombreros que con mucho garbo usaban los caballeros. Últimamente, en la Costa Chica se utiliza hasta la fecha, el rebozo de telares que preparan las manos virtuosas de las mujeres amuzgas, con dibujos y colores muy variados, en forma de flores, de animales y geométricas.

En toda la república fabrican rebozos principalmente en Tenancingo, Edo. de México y Santa María del Río, S. L. P., donde se elabora el rebozo “Caramelo”, el más caro de todos; así también en Michoacán, Oaxaca, Chiapas y Guerrero. Cada región tiene su manera muy específica de elaborar sus rebozos pero todas son prendas muy hermosas; y, los de seda más finos, como prueba de su calidad, pueden pasar por el ojo de un anillo.

Dada su naturaleza folklórica, el rebozo es usado a menudo como parte del traje típico de los bailes mexicanos tradicionales. Como una prenda distintiva mexicana, el rebozo ha sido ensalzado en las artes, y ha sido objeto de canciones y poemas.


Ahora bien, para quienes tuvieron la oportunidad de cursar sus estudios en las aulas de la Escuela Secundaria número 22 en Acapulco, en la década de los 50¨s, recordarán con mucha ternura las clases de música el inolvidable maestro Mauricio González López (Tío Güichito), que como parte obligada en su asignatura, los alumnos deberíamos aprender y entonar una bella canción de Mario Talavera, titulada “China, chinita”; y cuyos seis primeros versos dicen:

“China, dulce amor del alma mía,
oye mi bien,
ese tu rebozo verde mar,
aquel que para ti fue hecho
por allá en Santa María,
con sus colores, a mis amores, cobijará”.

¡Hasta la Próxima..!

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